jueves, 11 de agosto de 2016

OCTAVIO PAZ Y EL AMOR


- SU última esposa hasta su muerte... I. EL AMOR Y LA MUJER EN LA POESÍA DE OCTAVIO PAZ. Tanto el amor como la mujer, objeto amoroso y erótico, se configuran en la poética de Paz como dos elementos fundamentales para alcanzar el sentido trascendente del poema y, a través de éste, de la realidad. Mediante el amor se llega a tener conciencia de la presencia del «otro» y, mediante esta concepción de «otredad», el poeta comunica su ser interior con la realidad trascendente de los objetos y elementos universales. La mujer se configura como elemento catalizador que permite el paso de la experiencia concreta (sentimiento individual del hombre) a la experiencia transcendente (sentido universal del poeta). Como expresa Manuel Benavides, el amor y la poesía se convierten para Paz en las «puertas del ser. Una misma fuerza es la que opera en el abrazo amoroso y en el poema: la fuerza que propicia el vértigo y el éxtasis, participación en lo absoluto, y su expresión correspondiente como liturgia y fiesta a través del mecanismo de encantamiento que es el poema (...) Amor y poesía coinciden en ser revelaciones, sacudidas del ser, socavamiento de los cimientos del yo,...»8 . Así concebido el amor erótico se nos presenta como el medio de llegar al conocimiento de la «otredad», como manifestación del espíritu propio y como medio de trascender del ámbito de la propia persona al ser universal. Algunos críticos han observado cómo este concepto del «otro» está tomado en gran parte de la doctrina filosófica de Antonio Machado, expuesta en dos de sus últimos libros: De un cancionero Apócrifo, Abel Martín y Cancionero Apócrifo, Juan de Mairena. Dentro de la filosofía de estos cancioneros, la mujer se presenta como «lo otro» diferente del hombre y como su complementario. El hombre, ser masculino, necesita del complemento femenino para lograr una unidad completa que le permita apreciar la unidad universal de los seres en una trascendencia en la que se implica toda la realidad universal. Ya desde el origen de este proceso trascendente se hace necesaria la presencia de la mujer: «La amada —dice Machadoes una con el amante, no al término del proceso erótico, sino en su principio»10 . Dentro de la vida y la poesía de Octavio Paz el amor se convierte en «la defensa del hombre contra la muerte, contra la división, contra la rutina de la vida diaria, contra todas las corrupciones y las hipocresías que nos separa a los unos de los otros y de nosotros mismos. Es la libertad del alma frente a todas las fuerzas que tratan de deshumanizar a la humanidad, y en última instancia ofrece salida hacia una trascendencia más alta aún...»,11 palabras de Rachel Phillips que defiende con toda precisión el valor del amoren Paz. Y es en el centro de esta trascendencia donde Paz encuentra Lo que llamamos Dios, el ser sin nombre... plenitud de presencias y de nombres... (Lib, 249)12 Visto de esta manera ei amor es un acto de vida, acto de existencia y de afirmación del «yo» como fruto de un «nosotros». Pero no debemos olvidarque «la mujer es el anverso del ser» el no-ser. Ser y no-ser a un tiempo, vida-muerte, dualidad de contrarios que para Paz «nos exalta, nos hace salir de nosotros y, simultáneamente, nos hace volver. Caer: volver a ser. Hambre de vida y hambre de muerte. Salto de la energía, disparo, expansión del ser: pereza, inercia cósmica, caer en el sin fin»1

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