
- LOVRE
LOS INFIELES
Hacía varios minutos que algo la inquietaba y no lo quería reconocer.
Ya eran las cuatro de la madrugada de un jueves frío de invierno. Si embargo apagó el televisor, cerró bien su bata y fue hacia el mueble con llave del comedor, abrió, tomó el paquete de cigarrillos-el que hubo jurado que no volvería a tocar- agarró uno, guardó el resto y volvió a cerrar.
Fue hasta la cocina, tomó el encendedor y su cigarrillo fue el mayor placer que pudiera tener en esos momentos. Aspiró profundamente, se dirigió al ventanal y abrió una de sus hojas. El frío pegó estremeciéndola, pero no le importó…
Desde allí pudo imaginar cosas. Por ejemplo sobre unas siluetas que se movían en la sombra de una ventana. Se distrajo pensando que tal vez estuviesen haciendo el amor.
No pudo evitar imaginarse a su marido en brazos de otra, en la misma situación.
Sin embargo aún le costó entender ya que no quiso anticiparse a sus pensamientos oscuros.
“Él llegaría sigilosamente y la encontraría allí, despierta, decidida a ponerlo en detalles ni bien pusiese los pies en la casa.
Rió íntimamente cuando recordó sobre los casos de la pintura de labios en la camisa, hecho tantas veces oído, y pensó en lo antiguo del argumento, ya los labiales dejaron de ser evidencia, fabricados para evitar las manchas.
¿Por qué hay que imaginarse que una amante tiene los labios pintados? ¿No puede haber amantes de cara lavada, pelo despeinado, bonita sonrisa…?
Caviló, seguramente las había y su marido debió haberse entusiasmado con alguna así, o tal vez no. Observen: ”entusiasmado” y no enamorado, aún se resistía a la idea…
En esa semana había pasado que durante la noche, por tercera vez él llegó tarde y cuando lo hizo más o menos a horario, lo ya conocido: que estaba descompuesto- cansado y no cenaría. O también: le dolía la cabeza (porque a los hombres también les duele la cabeza)
En esas oportunidades ella lo miró como de paso y no dijo nada. Creo que su silencio lo aliviaba por un lado y por otro su rostro inmutable ya contaba con una catarata de protestas, medias palabras, reproches…
Al menos esa noche, decidió esperar a que él hablara.
Pero muchas mujeres por lo común, perdieron sus sueño, aquel de que jamás serán “exclusivas” y cuando ello sucedió, estalló el universo y no hubo nada más que hacer…
Esa noche fue una de aquellas.
No quiso entrar en detalles, pero él durante el último tiempo hizo todo lo posible de hacerle pequeñas tretas como para que ella terminara odiándolo.
Y hasta fue posible que hiciese alguna acción que le permitió a él justificarse. O bien culpar como excusa, omisión de demostraciones de afecto que los mismos hechos se hacían irrelevantes sin caer en la hipocresía.
El tema no siempre les resultó a los maridos amantes porque por lo general a sus bellas y comprensivas damas de turno se les acabó la paciencia y tanto de mágico se transformó en
demandas de tiempo u otras cuestiones…
Recordó el último feriado. Él propuso que saliera toda la familia a algún lugar a pasar el día, con sus hijos y algunos matrimonios amigos. Por lo general eso intentó de su parte disimular muchas cosas. Por ejemplo un encuentro íntimo, en una siesta que recordó solían ser de maravillas. O una conversación sincera o un acercamiento de diálogo peligroso.
A pesar que entendió tantas verdades que se hacían notar por sí mismas, ella esperó los acontecimientos.
Decidió no hablar más de proyectos íntimos y observar el comportamiento de su pareja…
Ustedes dirán /no puede tener tanta paciencia/ y no la tenía, pero cuando se juega algo tan importante como el futuro y lo dice la experiencia; están en juego tantos momentos inolvidables y si la relación se basó en el respeto y en la sinceridad, a menudo se resistió el embate y se logró un perdón o un diálogo real. Al menos los resultados fueron, en algún caso, convincentes de que no quedó más que una linda amistad o un distanciarse invariablemente hacia la nada.
Empezó a plantearse si la actitud de su parte fue demasiado tolerante. Si el hecho de hacerle notar él de a poco su infidelidad, al menos menoscabó su autoestima.
Cómo se puede comprender a alguien que con su acción pone en peligro toda una vida de proyectos en común.
Puede tomar un hombre estas aventuras como un juego. Lo que no sopesan son los riesgos. Todos tenemos sentimientos y sensaciones ocultas que pueden aflora en un momento. Es una chispa y el ser humano se ve inmerso en situaciones que le dan luz a un mundo mágico, una vida lejos de las preocupaciones, con cierta libertad y con lo subyugante del misterio que se hace real en una mente que lleva sueños propios que alguien sabe hacer aflorar y hacer vivir a pleno, sin mayor responsabilidad…Tan solo el disfrute, las nuevas caricias,las palabras bonitas, todo aquello que en la pareja, a cierta distancia en el tiempo, da por hecho que existen. También se descubre que no existieron, sí, que no existieron nunca…Y eso atrae, alienta a vivir tamaña magnífica experiencia. Y si las mujeres hacemos una reflexión al respecto ni nosotras hacia ellos ni ellos hacia nosotras podemos evitar que alguien se cruce…
Así como ella desplegó toda una estrategia de mansedumbre, él trató en todo momento que ella, imperceptiblemente, se diera cuenta de su abandono.
Entonces ese día asumió que no daba para más… ¿Debió hacer estallar su ego y poner las cosas en su lugar desde el principio? Mejor dicho, en el lugar que ella estimó, pero que pudo no ser real y estar sujeto a la relación de veinte años que los unió a un sin fin de recuerdos pero que no se sustentó en lazos firmes?
El hombre es infiel por naturaleza.
Los hubo que nunca lo son por haraganes y que siempre le esquivaron a los problemas.
Los hubo siempre y los hay, hombres machistas que dicen “me divierto afuera pero quiero a mi mujer”.
Los hay de un ego que los hace sentirse especiales y jamás esquivan a una mujer que se les “tira” y hay hombres que tienen el firme propósito de no serlo pero se enamoran como una renovación de sus tiempos, de su tiempo breve, y aún sin saber si es la última vez, creen firmemente que no cambiarán e intentas segundas oportunidades…
El tema es cuál de ellos le toca a una mujer que quiere de verdad y de pronto se le cae el ídolo, el hombre de sus sueños, el apoyo cotidiano de la vida diaria, el padre de sus hijos…
O bien tuvo siempre el propósito de saber qué hacer para defender su hogar y de pronto se le vienen abajo todas las estanterías; con recuerdos, lunas bonitas, noches de lluvia de acaramelados instantes, besos y abrazos como también hijos a los cuales hay que darles alguna explicación.
Muchas mujeres hacen que nada ven, porque no son fuertes para ver todo destruido.
Y como todos reaccionamos de diferente manera, hay mujeres que le ganan a sus maridos y ellas son las infieles…
En eso estaba cuando escuchó el ruido de la cerradura…
-Hola ¿Qué haces despierta?
-No pude dormir y aquí estoy esperándote-dijo-cerrando la ventana
-Mujer, sabes que hoy me reunía con un empresario importante…-dijo desabrochándose la corbata
-SÍ, dijo ella,
- llamó aquí para cancelar la entrevista…
Amparo Estévez Saviza – Derechos Reservados de Autor/ 27-05-2016
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